Por: Fernando Romero Bolaños
Hace unos días se presentó en Lima el libro “Primero la gente. Una mirada desde la ética del desarrollo a los principales problemas del mundo globalizado ”; de Amartya Sen, economista indio, premio Nobel de Economía de 1998 y Bernardo Klisberg, premio 2005 de la Fundación Empresarial por el Desarrollo Sostenible. Una publicación de total actualidad en la medida que nos permite salir de los tradicionales marcos que oponen como irreconciliables la ética y la economía, el Estado y el mercado, la democracia y la eficiencia; solo por mencionar algunas parejas de conceptos que en el Perú en las últimas décadas han supuesto largas, y muchas veces infructuosas, discusiones. En este artículo prestaremos atención a uno de los capítulos escritos por Amartya Sen.
La globalización ¿buena o mala?
El primer capítulo del libro, nos ayuda a abandonar algunas miradas caricaturizadas de la globalización. En primer lugar, nos muestra el error que cometen tanto los apologistas como sus opositores radicales al identificarla como una producción puramente “occidental”. Sen narra, de manera muy agradable y didáctica, una explicación acerca del origen de una serie de reflexiones y descubrimientos científicos que tuvieron origen en distintas culturas del Asia sin los cuales la llamada “cultura occidental” no existiría. Sen de este modo no hace sino ejemplificar el intenso intercambio y apropiación de conocimientos que a escala global se han venido produciendo a lo largo de la historia, existiendo en la actualidad lo que él denomina un “legado global”, al que sería equivocado, por decir lo menos, renunciar.
Por el contrario, señala que es un error el que cometen aquellos que califican de “occidental” un proceso que ha significado el aporte de diversas culturas del mundo, entre ellas las que florecieron en estas tierras, en la medida que se pierde de vista la importancia que han tenido en el proceso de creación científica y cultural mundial.
El economista indio, originario de un país que fue colonia británica, a la vez tiene en cuenta que el proceso no ha estado exento de prácticas imperialistas y colonizadoras, pero sostiene que seria un error ver el conjunto del proceso globalizador como un rasgo del imperialismo.
Sen afirma que “... no podemos revertir la difícil situación económica de los pobres del mundo impidiéndoles el acceso a las grandes ventajas de la tecnología contemporánea, a la eficiencia solidamente establecida del comercio e intercambio internacionales y a las ventajas sociales y económicas que brinda una sociedad abierta. De lo que se trata principalmente es de cómo dar un buen uso a los notables beneficios del intercambio económico y del progreso tecnológico en una forma que preste atención debida a los intereses de los desposeídos y desvalidos ” (p.18).
En segundo lugar, sobre la base de lo hasta aquí escrito, el cuestionamiento fundamental ha realizar es el relacionado al destino de los beneficios que este proceso trae. Al centro de la pregunta se halla el delicado, pero fundamental, tema de la desigualdad, que tiene una dimensión económica pero que viene acompañada de asimetrías culturales, políticas, de oportunidades económicas y de poder. Asimetrías que si nos proponemos resolver, necesitamos promover cambios en el proceso, tanto a escala global como nacional.
En ese sentido Sen plantea que “no es suficiente comprender que los pobres del mundo necesitan de la globalización tanto como los ricos; también es importante cerciorarse de que en realidad obtengan lo que necesitan. Para ello posiblemente se requieran reformas institucionales de gran alcance, aun en el marco de la defensa de la globalización” (p.19).
Desde esta perspectiva, es una discusión poco fructífera aquella que se centra en la definición de si los pobres se benefician o no de la globalización. Mas bien, se trata de preguntarse si la actual distribución de beneficios es la más equitativa; es decir si el actual arreglo distributivo es el único posible y el más beneficioso para los pobres. Para Sen existen otras opciones posibles en las cuales los pobres pueden salir mejor beneficiados.
Una condición para producir arreglos efectivamente más equitativos tiene que ver con establecer relaciones más equilibradas entre mercados y políticas públicas. En otras palabras, en casos como el peruano se requeriría prestar atención especial al fortalecimiento del Estado, y las políticas que este debe implementar tanto en el campo de la educación, salud, el crédito, etc.
Finalmente, Sen reconoce un papel fundamental a los llamados movimientos “anti-globalización”, en la medida que ellos hacen evidentes las asimetrías existentes y demandan cambios en la distribución de los beneficios que la globalización produce. Por ese motivo señala que “...no hay una contradicción real en el hecho de que las así llamadas protestas anti-globalización se hayan convertido en los eventos más globalizados del mundo contemporáneo” (p.21).
No queda si no reconocer que requerimos dejar de lado dicotomías estériles y centrarnos en la discusión respecto a cómo fortalecer el poder y las oportunidades de los pobres y excluidos para apropiarse de los beneficios del legado global.
Hace unos días se presentó en Lima el libro “Primero la gente. Una mirada desde la ética del desarrollo a los principales problemas del mundo globalizado ”; de Amartya Sen, economista indio, premio Nobel de Economía de 1998 y Bernardo Klisberg, premio 2005 de la Fundación Empresarial por el Desarrollo Sostenible. Una publicación de total actualidad en la medida que nos permite salir de los tradicionales marcos que oponen como irreconciliables la ética y la economía, el Estado y el mercado, la democracia y la eficiencia; solo por mencionar algunas parejas de conceptos que en el Perú en las últimas décadas han supuesto largas, y muchas veces infructuosas, discusiones. En este artículo prestaremos atención a uno de los capítulos escritos por Amartya Sen.
La globalización ¿buena o mala?
El primer capítulo del libro, nos ayuda a abandonar algunas miradas caricaturizadas de la globalización. En primer lugar, nos muestra el error que cometen tanto los apologistas como sus opositores radicales al identificarla como una producción puramente “occidental”. Sen narra, de manera muy agradable y didáctica, una explicación acerca del origen de una serie de reflexiones y descubrimientos científicos que tuvieron origen en distintas culturas del Asia sin los cuales la llamada “cultura occidental” no existiría. Sen de este modo no hace sino ejemplificar el intenso intercambio y apropiación de conocimientos que a escala global se han venido produciendo a lo largo de la historia, existiendo en la actualidad lo que él denomina un “legado global”, al que sería equivocado, por decir lo menos, renunciar.
Por el contrario, señala que es un error el que cometen aquellos que califican de “occidental” un proceso que ha significado el aporte de diversas culturas del mundo, entre ellas las que florecieron en estas tierras, en la medida que se pierde de vista la importancia que han tenido en el proceso de creación científica y cultural mundial.
El economista indio, originario de un país que fue colonia británica, a la vez tiene en cuenta que el proceso no ha estado exento de prácticas imperialistas y colonizadoras, pero sostiene que seria un error ver el conjunto del proceso globalizador como un rasgo del imperialismo.
Sen afirma que “... no podemos revertir la difícil situación económica de los pobres del mundo impidiéndoles el acceso a las grandes ventajas de la tecnología contemporánea, a la eficiencia solidamente establecida del comercio e intercambio internacionales y a las ventajas sociales y económicas que brinda una sociedad abierta. De lo que se trata principalmente es de cómo dar un buen uso a los notables beneficios del intercambio económico y del progreso tecnológico en una forma que preste atención debida a los intereses de los desposeídos y desvalidos ” (p.18).
En segundo lugar, sobre la base de lo hasta aquí escrito, el cuestionamiento fundamental ha realizar es el relacionado al destino de los beneficios que este proceso trae. Al centro de la pregunta se halla el delicado, pero fundamental, tema de la desigualdad, que tiene una dimensión económica pero que viene acompañada de asimetrías culturales, políticas, de oportunidades económicas y de poder. Asimetrías que si nos proponemos resolver, necesitamos promover cambios en el proceso, tanto a escala global como nacional.
En ese sentido Sen plantea que “no es suficiente comprender que los pobres del mundo necesitan de la globalización tanto como los ricos; también es importante cerciorarse de que en realidad obtengan lo que necesitan. Para ello posiblemente se requieran reformas institucionales de gran alcance, aun en el marco de la defensa de la globalización” (p.19).
Desde esta perspectiva, es una discusión poco fructífera aquella que se centra en la definición de si los pobres se benefician o no de la globalización. Mas bien, se trata de preguntarse si la actual distribución de beneficios es la más equitativa; es decir si el actual arreglo distributivo es el único posible y el más beneficioso para los pobres. Para Sen existen otras opciones posibles en las cuales los pobres pueden salir mejor beneficiados.
Una condición para producir arreglos efectivamente más equitativos tiene que ver con establecer relaciones más equilibradas entre mercados y políticas públicas. En otras palabras, en casos como el peruano se requeriría prestar atención especial al fortalecimiento del Estado, y las políticas que este debe implementar tanto en el campo de la educación, salud, el crédito, etc.
Finalmente, Sen reconoce un papel fundamental a los llamados movimientos “anti-globalización”, en la medida que ellos hacen evidentes las asimetrías existentes y demandan cambios en la distribución de los beneficios que la globalización produce. Por ese motivo señala que “...no hay una contradicción real en el hecho de que las así llamadas protestas anti-globalización se hayan convertido en los eventos más globalizados del mundo contemporáneo” (p.21).
No queda si no reconocer que requerimos dejar de lado dicotomías estériles y centrarnos en la discusión respecto a cómo fortalecer el poder y las oportunidades de los pobres y excluidos para apropiarse de los beneficios del legado global.
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Pienso que en Piura tenemos varios ejemplos de cómo es posible avanzar en dar respuesta a esta interrogante
Pienso que en Piura tenemos varios ejemplos de cómo es posible avanzar en dar respuesta a esta interrogante
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