Bagua y Avatar

Por: Fernando Romero
Publicado el 17/01/2010 en el Diario El Tiempo

Hace algunos días se entregaron los informes de las cuatro comisiones conformadas luego de los sucesos acaecidos en Bagua. Por razones que son de dominio público las expectativas se concentraron en el de la comisión encargada de explicar las razones de aquellos hechos. El contenido del mismo ha generado una serie de críticas y cuestionamientos. Más o menos por el mismo tiempo entró a la cartelera de los cines la película de James Cameron, AVATAR, congregando a miles de espectadores, y proponiendo una visión sobre las causas del conflicto entre el personal de una empresa del planeta Tierra y los nativos del planeta Pandora. ¿Cuál es la ficción y cuál la realidad?

Se esperaba que el mencionado informe pudiera ser un primer paso para establecer un nuevo tipo de relación entre Estado, comunidades nativas y sector privado, en la medida que fuera capaz de avanzar en dos asuntos.

El primero. Una adecuada explicación acerca de la desconfianza que los pueblos indígenas tienen frente al Estado y las empresas privadas. La comisión explica ésta a partir de la discriminación y la marginación. Si bien esta situación es cierta, no se le da la atención debida al hecho que a lo largo de la historia republicana la Amazonía importó por sus recursos naturales, y vieron a sus habitantes como mera fuerza de trabajo a quienes, en muchos casos, los convirtieron en esclavos para extraer esos recursos que enriquecieron a otros. Ni el sector privado de ese entonces ni el Estado se convirtieron en una presencia indeseable.

El informe podía ser un importante paso en la demanda de un tipo de relación distinta que, de lejos, va más allá de la recomendación planteada en el informe, que solicita que las compañías extractivas lleguen a un acuerdo sistemático con los pobladores nativos para la obtención de beneficios sociales.

Del mismo modo resulta totalmente insuficiente a estas alturas mencionar que el Ejecutivo debió consultar los decretos legislativos, que fueron la gota que desbordó el vaso. Si bien eso es cierto, y ha sido señalado antes por los más diversos grupos políticos, es insuficiente. En la medida que lo que se halla en el fondo del conflicto es el de la representación de los pueblos indígenas en el Estado. Como ya otros han planteado, se requiere una reforma del Estado que considere la presencia de los pueblos indígenas amazónicos en los espacios donde se toman las decisiones. No es suficiente la consulta, para que el Estado pueda expresar los intereses de estos Pueblos y asumir los retos económicos, sociales y ambientales que plantea la Amazonía.

Tampoco se dice atiende el problema que causa la política de concesiones que ha permitido otorgar al sector privado el 70% de la Amazonía, muchas veces superponiéndose con reservas naturales, lagunas, etc. Lo más curioso es que esta política va a generar problemas también entre empresas privadas como demuestra el potencial conflicto que existe entre la empresa minera china Zhou Gang y una empresa que quiere instalar una refinería, ya que a esta última le habrían otorgado permiso para un área concesionada a la primera en el departamento de Ica.

El Segundo, avanzar en la reconciliación del Estado con los pueblos indígenas. El informe está lejos de lograr eso y menos aún las declaraciones públicas de la ex ministra Pinilla y de Manuel Bernales. Más bien, ha colaborado a reforzar la distancia entre ambos al sindicarlos como los responsables de los hechos, y afirmar que agentes externos (parlamentarios nacionalistas, SUTEP, y sectores de la iglesia católica) en vez de servir de mediadores, los azuzaron.

Como afirma una nota de prensa del Grupo “Otra Mirada” no se trata si los indígenas son buenos o malos, se trata de reconocerlos como ciudadanos, con derechos y con deberes; como personas que son capaces de tomar sus propias decisiones, sean estas acertadas o no.

No creemos que los indígenas sean buenos o malos por naturaleza, como algunos pretenden atribuir a quienes expresamos nuestro desacuerdo con lo que viene aconteciendo. Deben ser identificados los asesinos de los policías y ser juzgados como manda la ley. Pero de igual modo debe procederse con quienes mataron a los nativos y pobladores de Bagua.

Pero es evidente que esta no es la posición gubernamental, al afirmar sin pruebas que entre los nativos existían paramilitares, o que grupos seudo izquierdistas estuvieron involucrados en los sucesos.

El Presidente García hace un tiempo pidió perdón en nombre del Estado por el trato que han recibido a lo largo de la historia las poblaciones afro peruanas. Nos parece acertado esto, aunque no queda claro qué impacto práctico tiene en el desempeño del gobierno respecto a la situación en la que viven actualmente.

El Presidente, como cabeza del gobierno, debería también pedir perdón por lo acontecido en Bagua y del olvido histórico de los pueblos amazónicos. Debería pedir perdón por que el fue quien eligió a los ministros que tuvieron en sus manos este conflicto y están involucrados de una u otra manera en el desenlace de los hechos.

Pero la comisión a nuestro entender “pasa por agua tibia” las políticas gubernamentales para la amazonía y las responsabilidades de miembros del Ejecutivo.

Como escribe Rocío Silva Santisteban en su columna OKUPA del diario La República “En sociedades de democracias precarias los políticos hacen uso de esa delicada línea entre lo falso y lo verdadero para convertirla en un borde borroso y mugriento”.

El informe ha sido cuestionado por las organizaciones indígenas (AIDESEP y CONAP) y la Asamblea de Gobiernos Regionales, cuyo representante era Manuel Bernales, ha decidido no respaldarlo y ha expresado que no está de acuerdo con el contenido del mismo. Las organizaciones nativas exigen que la investigación continúe y que se elabore un informe independiente.

Avatar sin duda idealiza a los nativos de Pandora, pero muestra que es posible el diálogo entre personas de distintas civilizaciones, como también que existen grandes intereses que llevan a algunos hasta la posibilidad hacer uso de la violencia para satisfacerlos. Trabajemos para que esto último no sea una opción en el Perú

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